lunes, 8 de abril de 2013

MEDELLÍN, "vayen ir viendo, pa´onde cogen"

Por: Nelson Hurtado Obando.


UNE-MILLICON.


Se ha empezado a “debatir” en el Concejo de Medellín, el tema de la fusión de UNE-MILLICON. No se trata de una fusión, normal, corriente, como práctica comercial legítima, al tenor del artículo 172 del C. de Comercio; es a mi modo de ver, como una etapa final, de un largo proceso, echado a andar desde hace varios años, en contra de esta y otras de las llamadas “Joyas de la Corona”, de Medellín y Antioquia. Es como si se cumpliera un cronograma, un derrotero, una pauta, un libreto.

Desde los años 90, para nadie era ya un secreto, que la industria de las telecomunicaciones, junto con las energéticas, farmacéutica y minera, eran las llamadas a liderar el mercado mundial globalizado y que especialmente la de servicios de comunicaciones, empezaba a expandirse y a usar de nuevas tecnologías, como el internet.

Para EPM, antes de ser UNE, su filial, era claro, que el servicio de telefonía que prestó eficientemente en el  mercado local, estaba llegando a su fin, no por agotamiento financiero, sino por estrangulamiento técnico y tecnológico, por lo que debía re convertirse, conforme a los nuevos parámetros, impuestos por el mercado mundial de telecomunicaciones, desde la eficiencia y la competitividad, pues no podía subsistir y menos crecer, cuando el mercado colombiano y el local, había sido ya ocupado por la telefonía celular. Fracasó UNE, en su plan de telefonía celular, de wimax, etc., pues no alcanzó a tener ni siquiera significación a nivel regional y menos nacional, a pesar de sus socios y aliados estratégicos, como prestador y operador de telefonía celular, internet, televisión, etc.

UNE, a pesar de lo invertido en el diseño de la marca y pagado a empresarios de Barcelona (España), (Ah! Barcelona, a la que tantos “PREMIOS” “agradecen en Medellín”), está avocada a su disolución, con lo cual, las oportunas advertencias del Concejal Bernardo A Guerra, desde hace más de 8 años, devienen como bien fundadas.

No extraña el editorial de EL Colombiano del 23-03-2013, que es casi una verdadera pauta publicitaria, con los consabidos técnicos golpes de pecho, sobre un pedazo de papel.

El editorial, más tiene como fin, alborotar el cotarro, que Dios no quiera, llegue a producir efectos “bursátiles”, al interior del Concejo de Medellín.

Sin duda alguna, desde el sesudo análisis, que ha hecho el profundo académico Guillermo Maya Muñoz, en sus  columnas en el periódico El Mundo, ni más, ni menos, MILLICON, se apropió de UNE, con “la platica del Míster”, con la misma platica que era de UNE y que le correspondía, del flujo de caja líquido (FCL).

 
¡No se diga entonces, que los paisas, son malos negociantes o perdedores y más cuando se trata de negociar la res publicae!

 
¿Hacia dónde nos llevan?


VALORIZACIÓN y PREDIAL.


En el año 2008, cuando el Concejo de Medellín, discutía sobre la adopción del estatuto de valorización, concretamente y como consta en actas, un concejal, expresó como “argumento” para su aprobación, lo siguiente: “Quien quiere vivir bien, de la mejor forma, pague por eso; si no lo puedehacer, busque el terreno, busque el espacio donde pueda vivir.” (Subrayas y negrillas fuera de texto.)

En estos días de marzo de 2013y en relación con el impuesto predial, un concejal de Medellín, de los que yo ubico en la oniromancia de la JOVEN POLÍTICA, ha dicho: “El que quiera vivir en Medellín que pague”, de tal modo que el concejal de marras, debería proponer al concejo la creación de Zonas de Reserva Urbana (ZRU), para albergar a los ciudadanos que no pueden vivir en ese Medellín, que no entiende, que no dimensiona, que no comprende y que es más, mucho más, que su reduccionismo estatal, desde el cual queda claro, que para el concejo, la ciudad, no es más que un espacio, de morada, habilitado cual inquilinato, que se OFRECE bajo pago de pensión, precio, cánon o renta, como si la relación fuera regida por contrato de alquiler o de posada. Ya no VIVIMOS en MEDELLÍN,  quizás en ella, temporalmente vegetamos, en tanto no pertenecemos a la ciudad, ni la ciudad nos pertenece, por cuanto es una ciudad que desde el TLC (Teja, Ladrillo y Cemento) se construye, para mostrarla, alquilarla y venderla, internacionalmente.

En Medellín y con la anuencia del Estado, hay una creciente tendencia a la sacralización económica del suelo urbano y una deslegitimación del territorio.

¿Será que los ciudadanos de Medellín, estamos ad portas de re actualizar el relato, como si fuéramos los modernos, “SERGIO STEPANSKY”, de nuestro poeta LEÓN de GREIFF?

Olvidó o no sabe el concejal, que el municipio, es una realidad de creación u origen sociológico, antropológico, cultural y político, antes que realidad de creación jurídico – legal, que desde la Constitución sólo se establece como unidad fundamental de la división político-administrativa, del territorio nacional, al que le asigna la promoción del mejoramiento social y cultural de sus habitantes; olvidó que, es, en el municipio, donde se presenta la primera triple interactuación, interdependiente, entre: Hombre, Comunidad y Estado, en  función de la libertad frente a la necesidad y de la libertad frente al miedo, desde el mínimo vital existencial. ¿Podrán los habitantes de Medellín, sentirse libres frente a la necesidad y frente al miedo, con un concejo, que hace abstracción del mandato y la representación que se le ha conferido, para terminar, como de alguna manera, como “apropiándose”, para vulgar explotación económica, del territorio y de la institucionalidad Constitucional y legal, que en él, ejerce sus competencias, como si se tratara de un híbrido, entre lo público y lo privado? ¿Es eso lo que algunos servidores públicos han tratado de imponer en la gestión de lo público, desde el “Yo creo que…”?

Del dicho al hecho, (al  menos en política), hay poco trecho y horrorizan las MOTIVACIONES, (Sentencia C-371/99) de los actos administrativos, que exponen los concejales, puntualmente citadas, que no distan nada, absolutamente nada, de una política de ghettos.

Más me parece, que los concejales de Medellín, no pasaron por la escuelita del Dr. Delfín Acevedo R., o si lo hicieron, le están haciendo quedar muy mal.

Claro que un ciudadano sabe, que pagar  los tributos, antes que una obligación, es un deber.

¿Nos representan, quienes nos dirigen y gobiernan?

Prima facie, puedo afirmar de entrada, que las expresiones de los concejales, tanto en 2008, como la de ahora, en el 2013, son perfectamente coincidentes, en rigor jurídico, contestes. Siguen un mismo hilo conductor, tienen una misma base sociológica y de politiquería y son reveladoras de supina ignorancia, sobre eso que constituye la res publicae y sobre todo, de lo que debe estar presente en la conformación e integración, del bien común, el interés general, la utilidad públicaO el interés social, que en el recinto del concejo, más parecen una bicicleta estática, sobre la cual todos ejercitan su pobre “pedaleo retórico”, como corriendo tras de sus propias sombras, antes de que la luz (de las cámaras de TV y TV on line) se les oculte.

Es ostensible, que los concejales, no han hecho más que hacer evidente, que MEDELLÍN, sólo les interesa, como entidad político – administrativa y desde sus competencias, como una caja de caudales, que luego han de someterse a arbitrarios, caprichosos y subjetivos repartos, al igual que el poder político – burocrático, que ello representa. Diríase, que los concejales, se han despojado de sus investiduras, de la representación y del mandato popular, para convertirse en celosos guardianes y defensores, de la mera fiscalidad, del alcalde de turno, convirtiendo el medio, en fin mismo, pues la preservación de la hacienda pública, no es en sí, la realización del bien común, ni del interés general, ni de la utilidad pública o el interés social, pues en esa línea, se haría un municipio inmensamente rico, desde el empobrecimiento de sus ciudadanos, si a la par, sobre los ciudadanos de Medellín, “SUS CONCEJALES”, ponen las espadas de Damocles, bajo las férulas de: 1- “Quien quiere vivir bien, de la mejor forma, pague por eso; si no lo puede hacer, busque el terreno, busque el espacio donde pueda vivir.”, y 2- “El que quiera vivir en Medellín que pague”, que me permiten insistir en que en Medellín, estamos sus ciudadanos sometidos a un proceso, oficial, ilegítimo e ilegal de gentrificación, donde lo esencial e inmanente a la función pública administrativa, es la construcción física de la ciudad, su embellecimiento, de tal modo que contemporice con otras ciudades del mundo, desde la mera competitividad en un mercado global. Pero, lo malo es que en Medellín, los ciudadanos que no puedan pagar, ya no encuentran terreno, ni espacio,ni siquiera debajo de los puentes, como el de la 4 Sur, convertido en el parqueadero, que tiene su cubierta o techo, más costoso de Latino américa, a lo que se suma ahora, que para hacerlo funcional, la administración ha anunciado la necesidad de construir otro puente sobre la Avenida El Poblado, a pesar de que lo que ha ocurrido, se le advirtió fundadamente, por la academia y las colegios de ingenieros, sobre que era un puente, monumentalmente innecesario y que hoy es el puente monumental a la improvisación y a la infamia, al ponerle el nombre de uno de los más grandes hombres hijos de Antioquia, el del Dr. Gilberto Echeverri Mejía.

Es cierto que Medellín requiere, de recaudar sus impuestos, legítimos, legales, pero dentro de lo racional, lo razonable, pero no convertirlos bajo la máscara de su desarrollo, -físico, infraestructura-, en mecanismo de exacción y de gentrificación, bajo el subterráneo propósito de proveer suelo urbano, para el asentamiento económico, nacional e internacional.

El tal "Urbanismo Social", no es más que una refinada estrategia publicitaria, a través de la cual, los fines esenciales del Estado Social de Derecho, desde la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), como provisión de infraestructuras (obras públicas), para la consecución del mínimo vital existencial, se construyen y se presentan más como producto de la buena voluntad, la bondad y la generosidad del gobernante de turno, (fuero interno-agenda privada), antes que como prístinos mandatos del ordenamiento jurídico.

Si alguna duda remanente surge, en el mismo año 2008, en que se continúa el “proceso” iniciado en 2004 y que ahora llega hasta 2013 y que pretende continuar, per omnia saecula seculorum, en la consolidación del proyecto de plan de desarrollo 2008-2011 (Salazar), el Director de Planeación puso el faro, la luminaria, que aún guía a la ciudad de Medellín, pero que no alumbra, ni guía a sus ciudadanos, al sentenciar que: “Sabemos que tenemos que trabajar de la mano con los constructores, con los agremiados. Nos hemos expresado en esa dirección y estamos a disposición del Concejo, del sector de la construcción y del sector privadopara que hagamos un trabajo potente, de manera mancomunada;…Vamos a transformar a Medellín, pero la vamos a transformar juntos.”(Negrillas y subrayas fuera de texto). Evidente, que ni la administración, ni el Concejo, (Salvo algunos pocos concejales) y desde entonces, han estado a disposición de construir el bien común, de realizar el bien general, la utilidad públicaO interés social y mucho más ignorada, la obligación constitucional y coexistencial de transformar la comunidad, desde la transformación de la vida de cada uno de los ciudadanos y familias, habitantes de Medellín, a quienes perentoriamente se les ha notificado de diversas maneras, algo así como dicen nuestros campesinos: “vayen ir viendo pa´onde cogen.”

No hay duda que la comunidad y los ciudadanos de Medellín, poco peso específico tenemos, frente al concejo y a la administración de la ciudad, excepto por la importancia mayúscula, para el empresarismo electorero o redentorismo que nos abruma, el mismo ante el que sucumben, la ciudad, los ciudadanos, la ciudadanía, la unidad nacional y el concepto y sentido vivencial de la Patria.


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