martes, 21 de enero de 2014


SPACE...vacío...incertidumbre...
Por: Nelson Hurtado Obando

 

¡Antes no somos innovadores! Se dejó de mezclarle agua a la leche y se empezó a mezclarle leche al agua.
 
SPACE, desde el mismo día en que ocurrió el trágico suceso, en mi sentir, se convirtió en signo y en símbolo, de lo que no debe volver a ser, ni a ocurrir: defraudación, avaricia, insolidaridad, egoísmo, estulticia, negación del otro, perversidad, lesiones, muerte, sangre, pobreza…¡heridas que jamás echaran costra!
 
Pero, en SPACE, emblemática, resurgió la comunidad, esa misma a la que solo le falta desaparecer de los diccionarios, esa que fue borrada y reemplazada por el colectivo, el conglomerado, la cohesión social, formas que ahora mencionan y premian como distinguidamente resilientes. En SPACE, resurgió como el ave fénix, la comunidad, desnuda, de hombres y familias, en un instante despojados de techo, de vestido, de alimentos, de lujos y menudos cachivaches, de sueños, apenas sí llenos de incertidumbres, de frio ártico en sus almas y en sus cuerpos, pero agradecidos de Dios y sobre todo, respetuosos, civilistas, ponderados, coherentes, coexistenciales.
 
SPACE, como proyecto y realidad urbanística, es la concreción de la no ciudad, la negación misma del derecho a la ciudad, a habitar su espacio, tanto desde lo privado como desde lo público, es la negación al derecho a la “vivienda digna” que consagra la Constitución, al lado del principio fundante del Estado Social de Derecho, como lo es la Dignidad Humana, en tanto ella es la que finalmente ha sido: mancillada, vilipendiada, desde la dualidad materia-espíritu de cada prójimo y ciudadano, habitante de cada apartamento, como hábitat, singular y comunitario, para la realización de sus sueños y proyectos de vida.
 
Obvio que el estudio presentado por la Universidad de los Andes, estaba legítimamente restringido a meras cuestiones de “técnicos y expertos”, que hicieran viable una determinación de la administración municipal de Medellín, en el sentido de ordenar o no la demolición, o de adoptar alguna tarea de reforzamiento de estructuras, útiles a su conservación y habitabilidad segura. No podía ir más lejos dicho estudio.
 
No es que el asunto quede concluido con la demolición, ni con el reintegro, ni con el pago de las indemnizaciones de perjuicios patrimoniales y extrapatrimoniales a las víctimas,  ni con “exhaustivas” investigaciones penales en curso, ni con el hallazgo de un “chivo expiatorio” y menos con famosos “debates de control político”, desde el concejo de Medellín.
 
Y no queda el asunto de SPACE concluido, porque al contrario, entre más pronto se “demuela”, entre más lejos se lleven sus escombros, más espacio se abrirá en su suelo, en el que cuál fértil campo y como cátedra de ciudadanía abierta, resurgirán los ciudadanos-pregunta, para levantarse sobre las ruinas de los ciudadanos-consumidores de respuestas.
 
La orden de demolición de SPACE, emitida por la autoridad pública del Municipio de Medellín, tiene que leerse a contraluz o como dice la sabiduría popular, al contrario de la transparencia oficial del vidrio polarizado, esto es de afuera hacia adentro.
 
La orden de demolición, no tiene porqué significar tranquilidad y mucho menos puede avalarse bajo la sinonimia política de: eficiencia, eficacia, moralidad administrativa, contundencia, oportunidad, respecto de la acción pública administrativa.
 
SPACE, a los ojos de muchos mortales y a la imagen que conservarán en sus cerebros, no pasará de haber sido una edificación esbelta, bonita, agradable a la vista, destacada en el entorno, una construcción de ladrillo, hierro, cemento, costosa, exclusiva (?), la cual desaparecerá físicamente, pero permanecerá en el recuerdo, sin que tenga vocación distinta a ser solo eso: recuerdo.
 
SPACE, no era solo una armazón de ladrillo, hierro, cemento, ordenados subjetivamente bajo las delicadas líneas de la agradabilidad visual estética, de alguna escuela de arquitectura, ni era solamente la materialidad del cálculo físico-matemático de la ingeniería.
 
SPACE, en el estudio de la Universidad de los Andes, debe demolerse, según la información de los medios, por razones de diseño arquitectónico, de cálculo estructural, de calidad de materiales.
 
No queda duda respecto a que dicha experticia, ha sido rendida por avezados “técnicos y expertos”, en las áreas de la arquitectura, la ingeniería, la física, etc. un equipo interdisciplinario, como debe haber sido.
 
Pero, pregunto: ¿Los “técnicos y expertos” de la Universidad de los Andes, fijaron a la pericia, otras líneas en el horizonte? ¿Las probables causas del colapso de SPACE, son meramente las materiales señaladas en la experticia?  Me aventuro a decir, que las respuestas son en su orden: negativa y positiva.
 
Así las cosas, la decisión extrema adoptada por la autoridad local, solo es eso: una decisión extrema, una decisión final, una decisión tardía, una decisión forzada por las circunstancias, que no surge, ni se corresponde con el normal fluir de las interrelaciones entre el Estado y sus administrados, una decisión que no resuelve el problema de fondo, por mucho que quiera llevar tranquilidad y dar punto final al asunto.
 
Seguramente para el día de la demolición por implosión de SPACE, muchos ojos, de muchos ciudadanos-consumidores de respuestas, registrarán las imágenes y se maravillarán de la “ciencia”, del ahorro en salarios, de tiempo y de minimización de riesgos, que implicaría la demolición a pura “mano de obra”, estos estarán ubicados en primera línea y nada extraño que hasta allí llegue un “empresario innovador”, ofreciendo palcos, lunetas y plateas y otros tantos lo verán en vivo y en directo por TV., quizás hasta por cadenas o canales internacionales. Extraño el silencio del trust: Urban Land Institute-Citigroup-Wall Street Journal, el mayor broker inmobiliario mundial, el mismo que otorgó a Medellín, el “premio a la ciudad más innovadora”.
 
Visto todo a contraluz, con los “otros ojos” del ciudadano-pregunta, inquiere uno, respecto de posibilidades, de probabilidades, de riesgo, de peligro, de “predictiva”, de estadísticas, de evitabilidad, de incertidumbres, de futurología y hasta se aventura uno por los horóscopos y el tarot, queriendo hallar las respuestas que como ciudadano-pregunta, no ofrecen los gobernantes, que más parecen magos, en tanto logran desaparecer a su antojo, la Constitución, las leyes, las ordenanzas, los acuerdos, los decretos, las resoluciones, etc., a las que se les retuerce el pescuezo, que rellenito de renders, power point, estadísticas, será la vianda que se sirva a los comensales del “debate de control político” y ¡Olé, olé, por la estocada final, hasta la empuñadura!
 
SPACE, desaparece físicamente, bajo los criterios de la experticia, pero permanecerá insepulto, como en morgue de facultad de medicina, solo que su disección habrá de hacerse, desde los  brocados de la dignidad humana, fundante del Estado Social de Derecho, la vivienda digna, la buena fe, la legítima confianza, la seguridad y certeza jurídica, la moralidad administrativa, la función social y ecológica de la propiedad privada, el bien común y el interés general, la función pública de la planeación, la función pública del urbanismo y la función de orden público de la economía, a la que finalmente se sacrificó el ordenamiento jurídico nacional y local, como ausencia de control o como exceso de tolerancia, por cuanto la Constitución y la ley 388, radicaron, no solamente en cabeza de los curadores, sino principalmente de los concejos municipales, a través del POT y los Planes de Desarrollo y luego en los alcaldes, las  facultades necesarias de gestión, dirección y control, para ejercer previa y cumplidamente las obligaciones que les impone, la función pública del urbanismo, como una parte del Derecho a la Ciudad, radicado en cabeza de los ciudadanos, como verdadero hábitat.
 
En otras oportunidades se ha reseñado la ilegitimidad de la expropiación administrativa, vuelta regla general, siendo la excepción, bajo la fórmula alterada de la utilidad pública o el interés social, que deja en entredicho derechos particulares, fundamentales y colectivos, desde el vacío técnico que se le provoca al ordenamiento jurídico, en sede de la planeación pública municipal. Igualmente preocupa el incumplimiento de las obligaciones urbanísticas y mayormente la figura de la compensación y la existencia de “debido cobrar”, el déficit de espacio público.
 
Lejos esté el día, en que sea cierto que: "En los negocios humanos, no es la buena fe, la que salva, sino la desconfianza".
 
SPACE obliga a las discusiones jurídicas y legales, rigurosas, abiertas y que sean menester, si se quiere, esas sí, en una verdadera  “feria de transparencia”, pues mientras ellas no ocurran, SPACE, junto con los prójimos que allí fallecieron, será una enorme alma en pena, a la que los “debates de control político” y la ofrenda de “chivo expiatorio”, no la alejaran de las presuntas y cercanas responsabilidades, que parece rondan, a la municipalidad.
 

Tuiter: @abogadohurtado

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