SPACE...vacío...incertidumbre...
Por:
Nelson Hurtado Obando
¡Antes no somos innovadores! Se dejó de mezclarle agua a
la leche y se empezó a mezclarle leche al agua.
SPACE, desde el mismo día en que ocurrió el trágico
suceso, en mi sentir, se convirtió en signo y en símbolo, de lo que no debe
volver a ser, ni a ocurrir: defraudación, avaricia, insolidaridad, egoísmo,
estulticia, negación del otro, perversidad, lesiones, muerte, sangre,
pobreza…¡heridas que jamás echaran costra!
Pero, en SPACE, emblemática, resurgió la comunidad, esa
misma a la que solo le falta desaparecer de los diccionarios, esa que fue
borrada y reemplazada por el colectivo, el conglomerado, la cohesión social,
formas que ahora mencionan y premian como distinguidamente resilientes. En
SPACE, resurgió como el ave fénix, la comunidad, desnuda, de hombres y
familias, en un instante despojados de techo, de vestido, de alimentos, de
lujos y menudos cachivaches, de sueños, apenas sí llenos de incertidumbres, de
frio ártico en sus almas y en sus cuerpos, pero agradecidos de Dios y sobre
todo, respetuosos, civilistas, ponderados, coherentes, coexistenciales.
SPACE, como proyecto y realidad urbanística, es la
concreción de la no ciudad, la negación misma del derecho a la ciudad, a
habitar su espacio, tanto desde lo privado como desde lo público, es la
negación al derecho a la “vivienda digna” que consagra la Constitución, al lado
del principio fundante del Estado Social de Derecho, como lo es la Dignidad
Humana, en tanto ella es la que finalmente ha sido: mancillada, vilipendiada,
desde la dualidad materia-espíritu de cada prójimo y ciudadano, habitante de cada
apartamento, como hábitat, singular y comunitario, para la realización de sus
sueños y proyectos de vida.
Obvio que el estudio presentado por la Universidad de los
Andes, estaba legítimamente restringido a meras cuestiones de “técnicos y
expertos”, que hicieran viable una determinación de la administración municipal
de Medellín, en el sentido de ordenar o no la demolición, o de adoptar alguna
tarea de reforzamiento de estructuras, útiles a su conservación y habitabilidad
segura. No podía ir más lejos dicho estudio.
No es que el asunto quede concluido con la demolición, ni
con el reintegro, ni con el pago de las indemnizaciones de perjuicios
patrimoniales y extrapatrimoniales a las víctimas, ni con “exhaustivas” investigaciones penales
en curso, ni con el hallazgo de un “chivo expiatorio” y menos con famosos “debates
de control político”, desde el concejo de Medellín.
Y no queda el asunto de SPACE concluido, porque al
contrario, entre más pronto se “demuela”, entre más lejos se lleven sus
escombros, más espacio se abrirá en su suelo, en el que cuál fértil campo y
como cátedra de ciudadanía abierta, resurgirán los ciudadanos-pregunta, para levantarse sobre las ruinas de los ciudadanos-consumidores de respuestas.
La orden de demolición de SPACE, emitida por la autoridad
pública del Municipio de Medellín, tiene que leerse a contraluz o como dice la
sabiduría popular, al contrario de la transparencia oficial del vidrio
polarizado, esto es de afuera hacia adentro.
La orden de demolición, no tiene porqué significar
tranquilidad y mucho menos puede avalarse bajo la sinonimia política de:
eficiencia, eficacia, moralidad administrativa, contundencia, oportunidad,
respecto de la acción pública administrativa.
SPACE, a los ojos de muchos mortales y a la imagen que conservarán
en sus cerebros, no pasará de haber sido una edificación esbelta, bonita,
agradable a la vista, destacada en el entorno, una construcción de ladrillo,
hierro, cemento, costosa, exclusiva (?), la cual desaparecerá físicamente, pero
permanecerá en el recuerdo, sin que tenga vocación distinta a ser solo eso:
recuerdo.
SPACE, no era solo una armazón de ladrillo, hierro,
cemento, ordenados subjetivamente bajo las delicadas líneas de la agradabilidad
visual estética, de alguna escuela de arquitectura, ni era solamente la
materialidad del cálculo físico-matemático de la ingeniería.
SPACE, en el estudio de la Universidad de los Andes, debe
demolerse, según la información de los medios, por razones de diseño
arquitectónico, de cálculo estructural, de calidad de materiales.
No queda duda respecto a que dicha experticia, ha sido
rendida por avezados “técnicos y expertos”, en las áreas de la arquitectura, la
ingeniería, la física, etc. un equipo interdisciplinario, como debe haber sido.
Pero, pregunto: ¿Los “técnicos y expertos” de la Universidad
de los Andes, fijaron a la pericia, otras líneas en el horizonte? ¿Las
probables causas del colapso de SPACE, son meramente las materiales señaladas
en la experticia? Me aventuro a decir,
que las respuestas son en su orden: negativa y positiva.
Así las cosas, la decisión extrema adoptada por la
autoridad local, solo es eso: una decisión extrema, una decisión final, una
decisión tardía, una decisión forzada por las circunstancias, que no surge, ni
se corresponde con el normal fluir de las interrelaciones entre el Estado y sus
administrados, una decisión que no resuelve el problema de fondo, por mucho que
quiera llevar tranquilidad y dar punto final al asunto.
Seguramente para el día de la demolición por implosión de
SPACE, muchos ojos, de muchos ciudadanos-consumidores
de respuestas, registrarán las imágenes y se maravillarán de la “ciencia”,
del ahorro en salarios, de tiempo y de minimización de riesgos, que implicaría
la demolición a pura “mano de obra”, estos estarán ubicados en primera línea y
nada extraño que hasta allí llegue un “empresario innovador”, ofreciendo palcos,
lunetas y plateas y otros tantos lo verán en vivo y en directo por TV., quizás
hasta por cadenas o canales internacionales. Extraño el silencio del trust: Urban Land Institute-Citigroup-Wall Street
Journal, el mayor broker inmobiliario mundial, el mismo que otorgó a Medellín,
el “premio a la ciudad más innovadora”.
Visto todo a contraluz, con los “otros ojos” del ciudadano-pregunta, inquiere uno,
respecto de posibilidades, de probabilidades, de riesgo, de peligro, de “predictiva”,
de estadísticas, de evitabilidad, de incertidumbres, de futurología y hasta se
aventura uno por los horóscopos y el tarot, queriendo hallar las respuestas que
como ciudadano-pregunta, no ofrecen
los gobernantes, que más parecen magos, en tanto logran desaparecer a su antojo,
la Constitución, las leyes, las ordenanzas, los acuerdos, los decretos, las
resoluciones, etc., a las que se les retuerce el pescuezo, que rellenito de renders,
power point, estadísticas, será la vianda que se sirva a los comensales del “debate
de control político” y ¡Olé, olé, por la estocada final, hasta la empuñadura!
SPACE, desaparece físicamente, bajo los criterios de la
experticia, pero permanecerá insepulto, como en morgue de facultad de medicina,
solo que su disección habrá de hacerse, desde los brocados de la dignidad humana, fundante del
Estado Social de Derecho, la vivienda digna, la buena fe, la legítima
confianza, la seguridad y certeza jurídica, la moralidad administrativa, la
función social y ecológica de la propiedad privada, el bien común y el interés
general, la función pública de la planeación, la función pública del urbanismo
y la función de orden público de la economía, a la que finalmente se sacrificó
el ordenamiento jurídico nacional y local, como ausencia de control o como exceso
de tolerancia, por cuanto la Constitución y la ley 388, radicaron, no solamente
en cabeza de los curadores, sino principalmente de los concejos municipales, a
través del POT y los Planes de Desarrollo y luego en los alcaldes, las facultades necesarias de gestión, dirección y control, para ejercer previa y cumplidamente
las obligaciones que les impone, la función pública del urbanismo, como una
parte del Derecho a la Ciudad, radicado en cabeza de los ciudadanos, como
verdadero hábitat.
En otras oportunidades se ha reseñado la ilegitimidad de
la expropiación administrativa, vuelta regla general, siendo la excepción, bajo
la fórmula alterada de la utilidad pública o el interés social, que deja en entredicho
derechos particulares, fundamentales y colectivos, desde el vacío técnico que
se le provoca al ordenamiento jurídico, en sede de la planeación pública
municipal. Igualmente preocupa el incumplimiento de las obligaciones
urbanísticas y mayormente la figura de la compensación y la existencia de “debido cobrar”, el déficit de espacio público.
SPACE obliga a las discusiones jurídicas y legales,
rigurosas, abiertas y que sean menester, si se quiere, esas sí, en una verdadera
“feria
de transparencia”, pues mientras ellas no ocurran, SPACE, junto con los
prójimos que allí fallecieron, será una enorme alma en pena, a la que los “debates
de control político” y la ofrenda de “chivo expiatorio”, no la alejaran de las presuntas
y cercanas responsabilidades, que parece rondan, a la municipalidad.
Tuiter: @abogadohurtado
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