La conexión Fajardo
– Abad Faciolince.
Por: Nelson
Hurtado O.
Hace ya
bastantes años que Abad Faciolince, escribió en la Revista Cromos,- si mi
memoria no falla- una extensa diatriba contra los abogados.
En la misma
línea escribió la columna contra los teatreros y el teatro, pero en ella no
hizo ninguna referencia a los bufones del rey modernos, que algún parentesco
tienen con la teatralidad, que copan horas y horas del cuatrienio, en la
televisión, que cuando no lo hacen con chistes flojos, lo hacen con las pesadas
estadísticas de transparencia, indicadores de logros, hallazgos, -como
modernamente denominan a presuntos hechos punibles-, en contra de la “res publicae”.
Lo curioso
de todo ello es, que el escribidor, siguió escribiendo; y hoy 8 de abril de 2012,
en su columna, se duele de que le llovieron rayos y centellas, por la anterior
y finalmente pontifica que: “Los médicos,
los ingenieros y los matemáticos son los que efectivamente nos cambian y
mejoran la vida (anestesia, vacunas, acueductos, computadores, aviones,
barcos)”, en lo que puede tener razón, desde su individualidad y en
solitario, en tanto la anestesia y las vacunas, hoy se dispensan en estadísticas, cifras contables, promedios,
-matemáticas de matemáticos-, olvidando o desconociendo que la O.N.U.
puntualmente ha convocado a todos los gobiernos de latino-américa, a desterrar,
lo que ella misma denominó, la “tiranía
de los promedios”.
En tan
demócrata y pluralista escribidor, en su sentencia, no caben: el hombre que nos
provee de alimentos, la mujer que limpia las calles, el conductor que nos
transporta, el sastre que cose el vestido, el albañil que pega los adobes de un
nuevo hogar, la maestra que nos enseña el abecedario y vuelve vital la noción
de Patria, el policía que cumple su deber y responde a nuestro llamado y en
nuestro auxilio, el soldado que ofrenda su vida, para que el señor Abad
pueda escribir con libertad, contra todo y contra todos, la partera que sin
ser médica y en las ruralidades, ayuda a que la vida SEA, la mujer que nos apoya
en la casa, el panadero que hornea el pan, el industrial y el comerciante que
generan empleos, y el Derecho y la ley y los abogados, personeros,
procuradores, fiscales, jueces, magistrados…
Si existe
una virtud, -si así puede llamarse-, y bien escaza, esa es la coherencia.
En la misma
línea y en contra de los abogados: personeros, procuradores, fiscales, jueces,
magistrados, el señor Fajardo, dedicó en su blog, una especial columna, en la que
afirma, que los corruptos, “…alquilan abogados
sagaces”, lo cual mereció una modesta réplica de este servidor.
¿A qué viene
todo esto?
El señor
gobernador afirmó en su discurso de posesión: “…aquí está mi gran amigo Héctor Abad, a quien saludo…”, lo que no
reprocho de ninguna manera, pero que en algo ayuda a comprender o dilucidar
algunas coincidencias entre el Gobernante y el Escribidor e intentar explicar algunas
incoherencias, que a la larga no son tales, en tanto son como la percepción, de
que más allá, algo se cuece.
Desde ese
punto de encuentro, de la amistad, es explicable el artículo del señor Fajardo
en su blog, respecto de los abogados en alquiler y en concordancia con lo que
también afirmó en su discurso de posesión, respecto a que: “basados en nuestros principios…¿Qué hacemos nosotros? Nosotros
resolvemos problemas, les está hablando un matemático, por supuesto…”, lo
que prima facie , o “ a ojo de buen
cubero”, permite comprender y percibir, que no se trata de una mera coincidencia,
con la columna de hoy: 8 de abril de 2012, de Abad Faciolince, en la que dicta
la siguiente sentencia, “…los ingenieros
y los matemáticos son los que efectivamente nos cambian y mejoran la vida…”,
porque es la extensión, sin lugar a dudas, de un aval, a su gobernador amigo y
en la línea “filosófica” que comparten, haciendo prevalente, la amenaza de lo
subjetivo, a lo público, es decir, la prevalencia de los “deberes del fuero
interno” de cada quien, sobre los deberes legales y funcionales de cada
servidor público, en otras palabras, la prevalencia del fuero interno privado y
profesional, porque: “…los ingenieros y
los matemáticos son los que efectivamente nos cambian y mejoran la vida…” , y
sin necesidad de cosas tan “triviales” como el “GATO y el VIACRUCIS” de Botero,
la poesía de Castro Saavedra, la pintura de Débora Arango, los cuentos de
Carrasquilla, la educación cívica y de buenas maneras de doña Sofía Ospina de
Navarro, el catecismo del padre Astete, la obra jurídica de Luciano Vélez
Jaramillo, de Fernando Vélez, y sin el DERECHO y la LEY, salvo que el derecho y
la ley, lo puedan condensar o comprimir en “cápsulas ecuacionales” o “logaritmizar”
como lo sugirió recientemente, un ingeniero, ex-secretario de tránsito de
Medellín, quizás, únicas presentaciones digeribles, que no les causaría tanta
urticaria, con lo cual cobraría vigencia el dicho perverso de que: “para abogados,-personeros, procuradores,
fiscales, jueces y magistrados-, los ingenieros de la facultad de minas”.
Pero,
resulta que la coherencia, en gran medida, tiene su antónimo en la acepción: mentira y que para el caso es como
autoengaño, respecto de la inconsecuencia con el “fuero interno” y engaño en
cuanto trasciende a lo público y para ello baste citar parte de la columna
escrita por el mismo Abad Faciolince, el día 4 de marzo de 2012, donde también
sentencia: “No hay nada peor que
funcionarios que creen que su interpretación de la ley de Dios está por
encima de las leyes de su país. Y cuanto más arriba esté este funcionario,
peores son los conflictos.” (Subrayas fuera de texto), reconvención que
extrañamente también profirió contra otro abogado, que ejerce el honroso cargo
público de Procurador General de la
Nación, sin parar mientes en que ya ha afirmado que son: “Los médicos, los ingenieros y los
matemáticos son los que efectivamente nos cambian y mejoran la vida”. ¿Cómo,
por qué y para qué reconvenir, entonces, al Señor Procurador?
Se duele el
señor Abad Faciolince, de que altos funcionarios del Estado, antepongan su
“fuero interno”, por “…encima de las leyes de su país.”, olvidando de paso y de
manera inexcusable, por su acumulado cultural, real o presunto, que a los
ingenieros y a los matemáticos, los cubre la misma ley y que más allá de esta,
siempre estará el DERECHO.
Y agrega Abad: “Siempre
me ha impactado la gran diferencia de carácter y de respuesta que hay entre los
ingenieros y los artistas. Los primeros hacen su trabajo útil y necesario en
silencio, y casi nadie los recuerda.”
Finalmente dice Abad: “Pero
los famosos y los intocables son los teatreros y los escritores. Una
secta de seres vanidosos, intocables, rencorosos, dañinos. Esta semana el gremio de los artistas no me
produce sino asco. Y me incluyo.” ,(Subrayas fuera de texto), lo que fundamenta más mi percepción, acerca de que en
América Latina, después de varias décadas de luchar denodadamente contra las
corrientes comunistas y socialistas y de otras pelambres y a pesar de su
estruendoso derrumbe histórico, en la desintegración de la U.R.S.S y la
reunificación de Alemania, presiento, en los rumbos de la recién inaugurada
democracia participativa, que en los países latinos del continente, está
resultando peor la cura que la enfermedad, pues por la puerta de atrás, -itinera
versurarum, del teatro romano-,
está ingresando y peligrosamente, “Una secta de
seres vanidosos, intocables, rencorosos, dañinos“,
que incluye a Abad, como él mismo lo afirma, que perfilan unas exóticas y
tropicales “dictaduras del proletariado”,
al menos electoralmente, cuyo ingrediente fundamental es la ausencia de verdaderos
partidos políticos, -inmanentes a la democracia- y de cuyo tinglado hace parte
toral, el retener, pero cercenadas, -desde el “basados en nuestros principios…” , como lo dijo el señor Fajardo-,
las facultades reguladoras del Estado, respecto de la función pública misma y
de la economía, que apareja principalmente la “desjudicialización” creciente de
la administración de justicia, como función
irrenunciable del Estado, manifestada
además, en la espiral de descrédito, real o presunto, alimentado desde todos
los flancos, en busca de consolidar el desafecto de la sociedad por el Derecho,
la Ley y la Institucionalidad, desde su implementación e instrumentalización
como un Servicio Público Esencial y
no como una función del Estado, a lo
que viene bien cualquier sistema de composición,
desde la relación, coste : beneficio y desde las demandas del mercado global,
de eficiencia y competitividad, a lo
que son suficientes las meras razones
tecno-matemáticas.
Me da por
pensar seriamente, que lo que he dicho en alguna academia, empieza a tomar
forma y es la existencia de algo subterráneo, como una corriente, como un
movimiento, como un monstruo con miles de tentáculos, que viene materializándose
y apoderándose en nombre del “bien común”, de la gestión de la “cosa pública”,
desde el hacer prevalecer las “agendas privadas”, sobre las “agendas públicas”,
a lo que es buen fundamento el análisis de lo expresado por Abad-Fajardo, en
sus textos citados. Lo he dicho y hoy lo repito: sin respeto y sin sometimiento
del gobernante al ordenamiento jurídico de la Patria, no hay transparencia y mucho
menos, si olvidamos que: el último bastión, que le queda a la democracia, es la
justicia!
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