sábado, 27 de julio de 2024

 

Don Argiro:

 «Cualquiera puede escribir», dicen, en esta gran industria del «escribir para otro», y «por otro» donde las palabras se venden como productos, y nos encontramos rodeados de bellas ediciones digitales que brillan en nuestras pantallas o con tapas duras y letras doradas en los lomos, que se compran por metros cuadrados para adornar bibliotecas y que pueden contener extensos tratados de filosofía antigua o el más profundo análisis de la «etnia cósmica» o el definitivo sobre el «yo todopoderoso» que, aunque desobediente, dicen que ahora «todo lo puede».


Debo decir que el título, es lo vital, por lo que el subtítulo [en mi desvarío] lo hallo como relatos de un «tiempo vívido».


¿Te quejas de cuatro años que tardaste en escribirlo? El milagro, ¿lo hizo «la Tablet» y te agregó el valor de «la disciplina»? Tal vez te hallaste acosado por la falacia [hoy apotegma] de la brevedad en un mundo dispuesto a imponerte «comparendos» por andar a menor velocidad que la de un «click» o a la de un monosílabo-abreviado para «responder».


No hay humildad más vanidosa que la tuya, que la advertida en que lo has escrito sin «el ánima» de la «pretensión literaria». ¡Vanos esfuerzos todos los tuyos!


«El estilo es el hombre mismo».


No nos conocemos; solo hemos «electrointeractuado» y tal vez si estuviese en algún círculo lejano de tus afectos sería en el de los «caballos carga rastras».


He procurado mantener  vivo un «yo creo, yo siento- pienso, yo opino» y sentir profunda culpa cuando me asalta el «yo juzgo».


Preguntaría: ¿cómo y para qué «fabricas muebles»? Y por más que intentes dar respuestas obvias, el mundo «ha juzgado» desde las externalidades, esas que llaman percepciones desde el ver y no mirar: calidad, solidez, resistencia, luminosidad…belleza vanguardista.


Eres fabricante de desafíos a la obsolescencia homoalgorítmica.


Tal vez, en lo más profundo, «ese sos vos Argiro» me inhibió de meter las cuatro y agarrarme al gancho de «la gratuidad del libro con encima de tabla para quesos y maricaditas varias». Que sea esta mi más honda protesta contra esa academia que sostiene con mocos que somos una sociedad decadente inmersa en la subcultura patriarcal «del vivo vive del bobo», obviamente reprochando los excesos.


Yo creo, siento y pienso, que al contrario, que, en ese, tu verdadero tiempo, «tiempo vívido» [no vivido], las «rastras y las mulas» que además trazaban y abrían caminos con alguna raíz en mi Abejorral del alma apenas llegan con sus cargas de frutos maduros, con olor a guayaba y con la sabiduría que del agua que se encharca en los pozos del camino solo a de beber el hombre, en el que antes ha bebido el caballo amigo.


Podría decir que es otro «La vida en un junco» y sí, eso es el tuyo, que en el «tiempo vívido» de tu relato, agregas otro medio como si de la escritura cuneiforme pasaras a la noble madera a la cual entregas, sin duda, tus mejores odas.


La «pretensión literaria», humilde vanidoso, no te pertenece, como no son relatos de un «tiempo vivido», pasado que por más que lo intentes tampoco te pertenece, por más «marca-poder personal» que pretendas fundirle con fuego como a los «Muebles Castaño, Castaño living, Teka outdoor», porque un libro, es por antonomasia, el parto más doloroso del espíritu del hombre que infortunadamente en estos tiempos en que todo huye, de una y otra manera, rompe «cristales polarizados».


Como ya lo dijo Borges [si mal no recuerdo] has escrito ya tantos libros como lectores encuentres y con la desventaja, que ninguno será tuyo y mucho más, cada lector será siempre un nuevo libro y no me refiero a ediciones piratas, que junto con las legítimas suelen carecer de «comillas y pie de página» índice moral de los «derechos de autor» y código de cuenta corriente de editores piratas y a veces legítimos y de no pocos «expertos, técnicos, conferencistas, influencers, motivadores, sanadores… » que como el oro, deslumbran pero no alumbran, con lo ajeno.


Aspiro a la comprensión tuya y de muchos, sobre el porqué no me aprehendiste con el gancho de la «Tabla para quesos y maricaditas varias». Es la batalla que debemos librar en todo momento: discernir entre valor y precio.


Yo creo, siento-pienso que algo habrá cercano a un Tomás Carrasquilla, pero también a «La Vorágine».


Ya verás apreciado Don Argiro cómo es más fácil fabricar y tejer y luego poner en unas manos o en un pecho «un bastón de mando o una banda presidencial» a lo cual bastan: una media de «embellecedor-buscapleitos-borrador» y un discurso de lugares comunes siempre en «tiempo vivido», que alentar el espíritu en «tiempo vívido» al vuelo alto de las águilas, porque una cosa es mantener los pies en la tierra y otra estar sembrados en ella como especie de cultivo, artificioso. Los horizontes, del amanecer o del anochecer no tienen límite en el filo de las montañas, ni allí donde «se juntan el cielo y el mar», por los ojos podemos ver, pero no a todos se ha dado el don para que el espíritu por ellos pueda mirar.


Yo creo que leer y leerte en tu obra será el reencuentro consigo mismo de tantos que de sí mismos y entre todos andamos extraviados.


Un abrazo, 

Nelson Hurtado O. 

Medellín 27 de julio de 2024